Para Honda, el Fit es un modelo emblemático. No sólo porque desde su lanzamiento en 2001 lleva vendidos más de 76 millones de unidades, sino también porque su presencia se expande a nada menos que 160 países. Hace dos años, la automotriz japonesa presentó en Brasil la tercera generación de este monovolumen compacto, y con muchos meses de demora en abril último llegó a nuestro país importado de México y en una sola versión, la EX-L.

A primera vista, este Fit muestra cambios notables: no sólo fueron renovados la parrilla, el capot, los paragolpes y el diseño de los faros delanteros (ahora son rectangulares) y traseros, sino que la silueta se volvió más alta y con un aire más deportivo.

Otro cambio importante tiene que ver con la distancia entre ejes: sumó 5 centímetros lo cual le permitió agrandar el ya de por sí generoso espacio interior y mejorar aún más la buena habitabilidad que el modelo tenía. Esa mayor espacio junto con el sistema de asientos traseros denominado ULT (Utility-Long-Tall) permite que se pueda configurar la disposición interior según las necesidades de carga; así, el generoso baúl de 363 L se puede expandir hasta 1045 L.

La parte mecánica también fue mejorada: en esta generación el motor 1.4 L de 120 CV fue reemplazado por uno 1.5 L de 16 válvulas con distribución variable (i-Vtec) e inyección directa que genera 132 CV a 6600 rpm con un torque de 15,8 kgm a 4600 rpm, que se combina con una caja automática de variador continuo (CVT) de siete marchas con levas al volante. El conjunto hace notar la diferencia de potencia: es clara cuando se lo exige en la salida y muestra eficiencia cuando se necesita que responda en velocidad. Respecto del comportamiento dinámico, también muestra una evolución gracias a un nuevo conjunto de suspensiones y de dirección. En síntesis, el Fit llega renovado y con buenos argumentos para pelear fuertemente en su segmento.

 

Fuente: LA NACIÓN